La alta tasa de temporalidad y los riesgos laborales la sitúan un 10% por debajo de la media de la UE.
Difícilmente los últimos meses de pandemia dejarán buenas noticias, más allá de alguna recuperación puntual en determinados sectores. Y es que al nivel de inflación del 6% y la tasa de desempleo del 14%, se le suma ser uno de los peores países de Europa en cuanto a calidad del empleo, teniendo en cuenta factores como el nivel de cualificación, los riesgos, los tiempos de trabajo, la autonomía y la conciliación con la vida privada, entre otros factores.
La temporalidad sigue siendo un lastre en nuestro país, sobre todo en comunidades como Extremadura, Andalucía, Murcia o Canarias, donde la tasa llega a rondar el 30% del total de contratos. En la otra cara de la moneda se encuentra Madrid, Cataluña y La Rioja, con las mejores cifras.
A nivel europeo, sólo Grecia, con un 18% por debajo de la media, registra un peor dato, y además a España, le siguen países como Italia, Portugal y Francia. Los países nórdicos siguen siendo los mejores situados en calidad de empleo, con Finlandia a la cabeza en mejores resultados (9% sobre la media europea), seguido de Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca.
¿Está siendo la implementación de la tecnología uno de los problemas?
Aunque con la llegada de las nuevas tecnologías se ha sustituido mucha mano de obra en algunos departamentos, según Funcas esto no supone una amenaza real para el empleo, asegurando que «la penetración masiva de las tecnologías digitales no reduce necesariamente el trabajo humano y, por tanto, el empleo agregado».
No obstante, sí que la fundación resalta que a pesar del avance tecnológico durante los últimos 20 años y de que la pandemia ha obligado a muchas empresas a «digitalizarse», prácticas como el teletrabajo no han logrado extenderse como podría esperarse, teniendo en cuenta que casi el 40% de los trabajadores en Europa podrían teletrabajar gracias al empleo que desempeñan, según el INE.
Este fracaso podría deberse a una cultura empresarial en España donde prima la presencialidad, y la muestra es que a día de hoy hay un millón de personas menos que hace un año. Y es que como adelantábamos en TopLaboral hace unos meses, parece que finalmente el teletrabajo no llegó para quedarse.
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